El libro ardía. El humo, el sol inclemente y un cielo claro
remataban una escena que bien podía transcurrir un día santo, digamos, un
Domingo de Resurrección, cuando los devotos queman a Judas, al traidor.
Pero no era Semana Santa ─era septiembre─ y
Ella no era devota de las pasiones manidas del catolicismo, sino de conmovedores
pasajes de Clarice Lispector, o al menos eso he creído siempre, sobre todo cuando
veo su boca impecablemente pintada y su cabello flameando, rojísimo.
Llegué al acostumbrado almuerzo con el que sellamos los
fin-de-mundo y demás naufragios. Unas horas antes, Ella, con primorosa
religiosidad, decidió que quemar al traidor era mejor que arder (en el cuento de Lispector, una mujer se casa y
tiene cuatro hijos; en mi historia ─que es la crónica de la desventura de
Ella─
se quema un libro).
Ahora, con la distancia, creo que Ella es más devota que
Dante. Ya no recuerdo qué castigo le corresponde a los condenados al noveno
círculo del infierno, pero Ella trató de convencerme de que a los judas de
nuestros romances hay que cauterizarlos.
Sin temor de dios, Ella quema el libro con el que empezó
todo. Ha concluido el ida-y-vuelta de la piel y la sangre. Ella pone punto a
los tres días de duelo y su peso de cien noches. Le digo que vivir es olvidar; me
habla de sustituir dolores, de dos extraños que ahora comparten una historia.
Ella no lo sabe, pero debo a los judas de mi corazón mis
domingos de resurrección ─que no son más que la alegría de un labial, un esmalte de
uñas llamativo, las risas en la esquina de Zamuro y el paso ligero de quien va en
dirección opuesta al purgatorio.
Ella no lo sabe, pero de todos los fuegos el menos fuego es
el que purifica. De todos los fuegos, el nuestro, la candela viva. Ella lo
descubrirá después, cuando las cenizas del libro hayan volado lejos, el dolor
sea mesurable y cobre forma doméstica (¿la dimensión de un florero?). Yo no le
digo nada; Ella descubrirá que es mejor arder.
*Publicado en la edición Nº 55 de la Revista Épale del diario Ciudad Caracas
*Publicado en la edición Nº 55 de la Revista Épale del diario Ciudad Caracas
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