Neirlay Andrade
Hace mucho que beber sola dejó de preocuparme. Camino desde Misericordia a Candilito cuando no puedo dormir. Al final del trayecto me esperan Los Cuchilleros (nunca me he molestado en averiguar el verdadero nombre del lugar). La primera cerveza la bebo rápido; siempre creo que del tiro regresaré a la cama, pero no, sólo el cansancio, las exigencias del día siguiente y los “amorosos” llamados de atención de algunos amigos me devuelven al cuarto.
Desperté. Todavía no era medianoche; ya no sonaba la desgastada voz de Billie Holiday. Esa voz llena de tanta heroína y con la que un par de horas antes ─junto a un buen Antioqueño sin azúcar─ logró pactar mi angustia de turno una tregua.
No recordé qué me sacó de la cama sino hasta que, parada frente a la barra de la arepera, el tipo trató de hacerse el simpático y me ofreció jugo de naranja como sustituto de la acostumbrada cerveza. Ahí sí lo supe: me había despertado un mal sueño.
Tuve miedo; a Victoria la mató una naranja y un sueño. Eso me decía Esteban, mi abuelo ─o se lo dijo a mi mamá y ella a mí─. Decía Esteban que era peligroso creer en los sueños.
Abandoné la idea de la cerveza; tampoco me incliné por el jugo. Traté de recordar mi mal sueño, pero sólo tenía en la cabeza el de la bisabuela.
Victoria estaba embarazada. Una mañana despertó y contó la pesadilla: lavaba la ropa en el río y pasó flotando una naranja; la alcanzó y se la comió. Un dolor la derribó y sentía que moría. Eso le dijo Victoria a Esteban porque como es sabido, hay que contar estas cosas para espantarlas.
Victoria estaba embarazada. Una mañana salió a lavar la ropa al río con las vecinas. No sabremos nunca si comió naranja ─Esteban siempre creyó que sí─. Regresó a casa, comenzó la agonía. Perdió al bebé y murió a los días. Eso me contó Esteban ─o mi madre─ y lo repetí en voz alta mientras recorrí a toda prisa las tres cuadras que me llevaban de regreso al piso 15, porque, como es sabido, hay que contar estas cosas para espantarlas.
*Publicado en la edición Nº 53 de la Revista Épale del diario Ciudad Caracas
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