La dimensión de Ofelia es dual: por una parte es lo incomunicable, es decir, la imagen de lo incomunicable, y, por otra, es el cuerpo de la acción.
*
La callada Ofelia es el sujeto que obra; su tránsito efímero viene a dar cuerpo a una acción hasta entonces postergada: a Hamlet lo constriñe una verborrea que demora la venganza; Ofelia está cercada por silencios: ella no dice, la dicen.
*
No tiene palabra, así que se ve arrojada a obrar: Hamlet conviene en hacerse pasar por loco; Ofelia, enloquece. Hamlet diserta sobre el suicidio; Ofelia se quita la vida.
*
Su encuentro con la muerte —el asesinato del padre, Polonio— es el encuentro con lo que no se puede decir, así que la respuesta es Ofelia hecha imagen: su canto es un recurso (el único posible) para decir lo indecible.
*
El canto de Ofelia es un énfasis, una irrupción; Canta y entonces su registro se alza hasta alcanzar al resto de los personajes que hablan y hablan. Claro está, ella no es Hamlet y no lo es porque ella es el cuerpo-imagen, es decir, en ella lo misterioso (la locura, el suicidio, la muerte) se encarna, se vuelve acción.
*
Pero su acción es también una in-acción, porque tras el canto (lenguaje pleno) Ofelia marcha nuevamente al silencio; su acción retorna a la quietud: sobreviene el suicidio.
¡Eeeehhh! ¡Qué fino! Me gustaría leer aquí también lo que escribiste para nuestra lectura de "Amor y terror de las palabras". Fan de Neirlay número uno.
ResponderEliminarFirma: Yo, Joussette, no José Luis, el usurpador de identidades. Aunque él también es fan número uno.