domingo, 22 de enero de 2012

De la pregunta por la Identidad a la trama de identidades


La pregunta por la identidad, acaso no entraña una negación (¿ejercicio de la burguesía?). Leo Mensaje sin destino; rememoro algunas frases sueltas: “crisis de pueblo”, “crisis moral”, “crisis de identidad”, “crisis de hombres”. Pienso en Cioran: ser inglés o francés es una evidencia; latinoamericano, no. Pienso en una línea fugaz en un muro del Museo de Bellas Artes: la pregunta por la Identidad del latinoamericano era una duda europea que se alzaba sobre otra —sincera— inquietud: ¿ustedes existen?

*

Sonrío cuando escucho la ¿pregunta? (su reiteración más bien parece sentencia: ustedes no existen) por la Identidad; en cambio, la trama de las identidades me resulta dolorosa y fértil —No me sabe a consenso; no será jamás unívoca— porque su plural invoca (evoca), de una vez por todas, a los otros (a los que están y han sido).

*

La pregunta por la Identidad me viene como una visita a sala de disección. Hace frío y tiemblo; nada mío hay allí (Éste cadáver no lo reconozco). No así la trama de identidades, sucesión de apariciones que se disputan mi sangre para ser. Ocasión para que mis muertos vuelvan.

*

La Identidad me hace ir hacia la Historia (el libro) —una voz dice Ustedes son así—. No me halló en esa voz (¿quién pude decir-me?), no me califica. Pero cuando soy yo quien habla, tampoco me puedo decir. Ante tal desesperación, recurro a la imagen. Entonces ya no soy yo, ni el otro, sino ese ambiguo ustedes (aunque esté yo allí).

*

Ustedes habla a través de imágenes; su discurso es el no-oficial. Recuerdo el final de la película La quema de Judas. El delincuente-policía es abatido mientras defendía-acechaba un banco ¿Quién es capaz de señalar al traidor; quién lo revela? Nadie. Entramos pues en el territorio de la imagen: un monigote se quema en el barrio. El fuego purga las culpas del traidor. Mientras tanto, el logos, la voz oficial (Estado) promueve un homenaje nacional.

*

Nadie en mi barrio se pregunta por qué la representación cinematográfica del delincuente es “tradicionalmente” la de un negro. En La quema de Judas los niños ven con recelo a su vecino-delincuente-policía-otra vez delincuente. La pregunta sobre por qué las representaciones son de tal o cual modo es estéril en tanto que la respuesta es sencilla: son “así” para que las podamos leer.

*

Útil es indagar cómo el cineasta trama la aparición de ustedes (y yo) en la película. Es decir, cómo la experiencia de los marginados es traspuesta a la pantalla. Preguntarse por el código, a sabiendas de que estamos en él, es de Perogrullo. Rehacer, una y otra vez, el código, creo que por allí transita la creación artística.

*

Preguntarse por la autenticidad de una representación que traiga a cuento figuras (temas) como el delincuente o el policía es, irrevocablemente, una tentativa de despolitizar la representación para diseccionarla en búsqueda de su pureza (originalidad)

*

Dejemos de lado lo autóctono, lo originario, lo propio y nos encontraremos con un arte político, es decir, un lugar de conflicto en el que se (des)encuentran los anhelos y las imposiciones de los silenciados por (en) la pregunta-sentencia sobre la Identidad.

2 comentarios:

  1. Querida Neir. Recuerdo que Michelle Acencio decía que la pregunta por el ser latinoamericano era un palito que alguien con poder nos dio para que lo royéramos. Por eso me gusta la idea de la trama de identidades. Yo, la verdad, no me hago la pregunta por mi ser latinoamericano o caribeño. Yo sencillamente “soy de aquí”. Y no lo digo en términos localistas ni folkloristas ni nacionalistas, ni exotistas… Sólo soy de aquí y ya. ¿Y qué es ser de aquí?: lo-que-soy yo-en-este-instante. Pero como esa respuesta no responde nada, prefiero despachar la pregunta, porque, sinceramente, no me mueve, no me interesa, porque está vacía, porque es “un cadáver que no reconozco”. Hoy, cuando está de moda el discurso del desarraigo y del autoexilio, yo me siento de mi ciudad, de mi circunstancia. Y, claro, esa circunstancia llega hasta los presocráticos o hasta Marduk, como creo que le sucede a cualquier americano-europeo-segundo, pero también toca mi hora, mi minuto, mi instante, la calle que voy a cruzar esquivando motorizados. ¿No es esa la trama de cualquier identidad? Trama en construcción, en revisión, trama crítica, política.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  2. Fe de errata: Michelle Ascencio

    ResponderEliminar